El ransomware sigue siendo una amenaza importante para las empresas, con un aumento del 37% reportado en 2025 y presente en casi la mitad de todas las brechas de seguridad, según el Informe de Investigaciones de Brechas de Datos de Verizon. A pesar de las inversiones en herramientas y capacitación, la supervivencia a menudo depende de un factor clave: la memoria muscular de la organización para responder rápidamente y recuperarse más fuerte.
Sobrevivir a un ataque de ransomware no solo consiste en reaccionar rápido; requiere agilidad organizacional, toma de decisiones rápida y respuestas practicadas — muy parecido a la memoria muscular de un atleta desarrollada con entrenamiento y repetición.
La base de una defensa efectiva es un plan de Respuesta a Incidentes (IR) bien mantenido. Sin embargo, los planes IR no son documentos estáticos ni solo mejores prácticas guardadas. Son recursos dinámicos y vivos que requieren actualizaciones regulares, pruebas y simulacros reales. Los ejercicios de mesa (Tabletop) que simulan escenarios de ataque son esenciales para construir esta “memoria muscular” dentro de la organización.
Planifica tu Entrenamiento
Así como el entrenamiento físico es personalizado, las organizaciones deben comprender su estructura y vulnerabilidades únicas. Adoptar la mentalidad de “asumir una brecha” es fundamental. Identifica posibles puntos externos de compromiso y entiende cómo los atacantes podrían moverse dentro de tus sistemas para causar el mayor daño.
Más allá de las vulnerabilidades técnicas, la preparación mental es crucial. Desde los empleados hasta los ejecutivos, fomentar una hiperconciencia de las amenazas y mantener la vigilancia ayuda a prevenir ataques de ingeniería social y otros engaños.
Calentamiento
Con un plan y mentalidad establecidos, es momento de prepararse cognitivamente. Documenta las operaciones normales del negocio e identifica los activos críticos. Luego, visualiza los peores escenarios que podrían interrumpir la continuidad del negocio. Conoce bien las fortalezas y debilidades organizacionales, y desarrolla estrategias para mitigar las vulnerabilidades.
Reconocer señales tempranas — anomalías operativas que indican que algo no va bien — es vital. Esto va más allá de los sistemas automáticos de detección de anomalías; requiere profundo conocimiento del negocio y comunicación efectiva para detectar cuando “algo está fuera de lugar”.
Entrena, Recupérate y Repite
El trabajo real comienza con la capacitación práctica. Realiza simulacros de brechas para establecer procedimientos claros y accionables de activación, escalamiento y respuesta a incidentes. Estos ejercicios deben volverse naturales para todos los involucrados.
La comunicación constante entre las partes interesadas es esencial para que, en una crisis, la organización actúe con una voz unificada. A medida que las habilidades mejoran, desafía al equipo aumentando la complejidad y variación de los ejercicios — un proceso similar a “vigilarte” en el gimnasio para identificar debilidades y mejorar la técnica.
Para evitar la complacencia que genera la repetición, incorpora “entrenamiento cruzado” variando tipos y duración de las sesiones. Este enfoque mantiene la perspectiva del equipo aguda y fomenta la mejora continua desde diferentes ángulos.
Mide tus Resultados
La medición constante es clave para mantener la condición organizacional. Después de cada ejercicio, evalúa el desempeño, no solo el cumplimiento. Haz preguntas críticas: ¿Se resolvió el incidente efectivamente? ¿Se identificaron y cerraron brechas? ¿La colaboración entre equipos internos y externos es fuerte? ¿La organización mejora continuamente?
Contar con firmas externas de seguridad ofensiva puede proveer evaluaciones imparciales y ayudar a validar tus procesos, ofreciendo recomendaciones para mejorar sin necesidad de reconstruir toda tu estrategia.