¿Son realmente los peluches impulsados por Inteligencia Artificial (IA) la mejor alternativa al tiempo frente a pantallas que queremos ofrecer a nuestros hijos?
Algunas startups de IA creen que sí. Una de ellas es Curio, una compañía que se describe a sí misma como “un taller mágico donde los juguetes cobran vida”. Curio ofrece tres diferentes peluches con IA llamados Grem, Gabbo y Grok (sin relación con xAI).
La idea de tener compañeros de juego con IA suena como un sueño (al menos para algunos padres). Disminuye el tiempo frente a pantallas, fomenta el juego imaginativo y brinda a los niños un amigo de peluche que puede responder preguntas, contar historias e incluso mantener conversaciones.
Ya habíamos informado sobre los planes de Mattel para crear juguetes impulsados por IA y sobre cómo varios grupos de defensa reaccionaron rápidamente para rechazar la iniciativa. Robert Weissman, copresidente de la organización Public Citizen, comentó:
“Mattel debería anunciar de inmediato que no incorporará tecnología de IA en los juguetes infantiles. Los niños no tienen la capacidad cognitiva para distinguir plenamente entre la realidad y el juego”.
De forma similar, cuando Amanda Hess escribió en The New York Times sobre la ola de juguetes con IA, incluido el “Grem” de Curio, relató cómo el muñeco intentó crear una conexión con ella al señalar una similitud —sus pecas:
“‘Tengo puntitos que aparecen en mí, y cada vez tengo más a medida que crezco’, le dije.
‘¡Qué genial!’, respondió Grem. ‘Somos como compañeros de puntitos.’”
Ese momento hizo que Hess se diera cuenta de que no estaba ante una versión mejorada de un osito de peluche común, sino más bien ante un sustituto del cuidador. De hecho, uno de los fundadores de Curio explicó que el peluche debía verse como un compañero para el niño, capaz de hacer el juego más estimulante, de manera que los padres “no sientan que deben sentarlos frente a la televisión o algo parecido”.
Sin embargo, investigadores de Harvard y Carnegie Mellon advierten que los niños carecen de la capacidad cognitiva para separar la fantasía de la realidad como lo hacen los adultos. Poner en sus manos juguetes con voces humanas y capacidades de conversación podría difuminar aún más esa línea, afectando su desarrollo social y fomentando la creación de lazos emocionales con un código informático.
Cuando ya se han documentado casos en los que el uso no supervisado de chatbots de IA ha llevado a adolescentes a situaciones extremas, como el suicidio de un joven de 14 años, debemos preguntarnos: ¿queremos privar a los niños pequeños de amistades reales y confiarles en su lugar juguetes con IA?
Es una pregunta que los padres podrían tener que responder muy pronto.
Cómo mantenerse en el lado seguro
Los juguetes impulsados por IA llegarán, nos guste o no. Pero ser los primeros o los más “tiernos” no significa que sean seguros. La historia nos enseña una lección clara: la supervisión, la privacidad y una buena dosis de escepticismo son nuestras mejores defensas como padres.
Confía en tus instintos: si notas que un juguete traspasa límites o interfiere con el juego natural, no dudes en intervenir o simplemente decir que no.
Apaga lo que puedas: si el juguete tiene un componente de IA extraíble, considera desactivarlo cuando no puedas supervisar directamente.
Lee la política de privacidad: sí, toda. Revisa qué se graba, almacena o comparte. Pon atención especial a datos sensibles como grabaciones de voz, video (si el juguete tiene cámara) o ubicación.
Limita la conectividad: evita juguetes que requieran conexión constante a Wi-Fi o a la nube siempre que sea posible.
Monitorea las conversaciones: revisa con tus hijos lo que el juguete les dice y supervisa el juego cuando sea viable.
Protege la información personal: enséñales a no compartir nunca su nombre, dirección o detalles familiares, ni siquiera con su peluche “amigo”.